miércoles, 8 de septiembre de 2010

¿Por qué el uso del cáñamo casi ha desaparecido hasta hace bien poco?

¿Por qué el uso del cáñamo casi ha desaparecido hasta hace bien poco?

El gobierno de los EEUU prohibió los cultivos de Cáñamo hace unos 60 años ya que era la competencia más fuerte contra su algodón. Lo mismo intentó hacer difamando el aceite de oliva para introducir el de girasol en Europa.
Si bien es cierto que algunas variedades son ricas en THC y tienen componenetes psicóticos sólo es cuestión de cultivar las especies adecuadas que es lo que siempre se ha hecho en los países mediterráneos. Es muy importante recordar que las semillas de cáñamo NUNCA contienen ninguna sustancia psicótica.

Propiedades de las semillas de cáñamo

El cáñamo es una de las plantas más beneficiosas para el ser humano y el aprovechamiento de sus innumerables propiedades se remonta a miles de años.
Recordemos que del cáñamo se pueden hacer cuerdas, ropas, aceite de masaje, aceite para quemar, crece en terrenos incluso muy pobres, no necesita pesticidas, necesita poca agua, sirve para confeccionar papel, pinturas, etc. ¿Os parece poco?.
Una de las propiedades más interesante es el uso de las semillas de cáñamo como proteína vegetal tanto para humanos como para animales. Su riqueza en ácidos grasos las hacen muy aconsejables para cuidar o prevenir las enfermedades cardiovasculares. Participan en el buen funcionamiento del sistema inmune y son un potente antioxidante (ácidos grasos y vitaminas A y E)
Son ideales en caso de estreñimiento ya que tienen un altísimo porcentaje de fibra y son, a la vez, unas de las proteínas vegetales más digestivas.

Información nutricional de las semillas de cáñamo (por cada 100 g.)

  • 25 % de Proteína.
  • 35 % de Hidratos de carbono.
  • 35% de Aceite (ácidos grasos esenciales Omega 3 y Omega 6)
  • 380 Kcal.
Si sorprende su altísimo nivel de proteínas vegetales también hay que destacar su asimilación o disponibilidad ya que contiene todos los aminoácidos esenciales y eso es muy importante para las personas vegetariana o que consumen, en general, pocas proteínas.
Aporta vitaminas A, C, D, E y del grupo B. Entre los minerales destaca su aporte de Calcio, Fósforo y Hierro.

Como incorporar las semillas de cáñamo a nuestra dieta

Las semillas de cáñamo se pueden consumir de muchas maneras: enteras, molidas, germinadas o en forma de aceite.
  • Enteras: tradicionalmente se ha usado añadiéndola a galletas y panes.
  • Trituradas: se puede añadir como condimento a ensaladas, pastas, sopas, etc.
  • Germinadas: es poco conocida esta forma de consumo y hay que tener en cuenta que sus propiedades siempre aumentarán aún más.
  • Harina: se puede utilizar como si fuera una harina normal para pizzas, pasteles, galletas, panes, hamburguesas vegetales, etc.
A nivel nutricional es muy interesante saber que estaremos consumiendo un producto libre de pesticidas ya que es una planta que no necesita ningún producto químico. El sabor es muy suave y agradable recordando un poco a semillas o frutos secos (girasol, avellanas o a nueces)

Comparación entre, semillas de c áñamo y de soja

En 100 g. Soja o Soya Semillas de Cáñamo
Proteína 35 g. 25 g.
Acido Linolénico (LNA) 1,5 g. 6 g.
Acido Linoleico (LA) 8 g. 17 g.
Relación LNA: LA (ideal 1:3) 1:7 1:3
Hierro 6 mg. 18 mg.
Fósforo 460 mg. 820 mg.
Calcio 190 mg. 170 mg.
Fibra 5 g. 35 g.

  • La Soja o Soya es quizá, dentro de las proteínas vegetales, la más popular actualmente. Podemos ver que la Soja tiene más proteinas y un poco más de calcio.
  • En cambio las semillas de cáñamo tienen unas proteínas vegetales más digestivas (no son legumbres y además son ricas en ácidos aminados) y son también más completas a nivel de ácidos grasos (tanto en su cantidad como en la proporción entre ácido linolénico y el Linoleico)
  • Las semillas de cáñamo nunca provienen de cultivos modificados genéticamente mientras que la Soja o Soya (si no viene certificada de origen o produccción ecológica) puede serlo.
  • Las semillas de cáñamo no producen alergias mientras que la Soja o Soya puede producirlas en algunas personas.

Ese Angel Vestido de Verde... Segunda parte

Las autoridades consideraban a los consumidores de drogas como una amenaza que debía estar tras las rejas. Además, aprovechando la Guerra Fría el gobierno inventó sin ninguna prueba una conspiración que consistía en que los países con estados comunistas trataban de drogar a los ciudadanos estadounidenses. De esta forma, la presión de Anslinger condujo a que el presidente demócrata Harry S. Truman aprobara la Ley Boggs en 1951 que endurecía gravemente las penas por posesión de cannabis y decretaba sentencias mínimas obligatorias de 2 años por primera implicación (ya sea consumo o tenencia de cualquier cantidad por pequeña que fuera). Pocos años después, la influencia del Comisario de la Oficina Federal de Narcóticos llevó a la aprobación de la Ley de Control de Narcóticos de 1956 durante el mandato del republicano Dwight D. Eisenhower, era la ley federal de EE.UU. más dura de todas las promulgadas ante esta materia, elevando a 5 años de cárcel la condena por primera implicación y poniendo en la misma categoría que la heroína al cannabis.

En 1958 se hace público un estudio que comenzó tres años antes y que lo realizaron la American Medical Association y la American Bar Association. En éste se consideraba contraproducente la política de drogas llevada a cabo por el gobierno y hacía hincapié en investigar curas para la adicción en vez de castigar como medio de prevención y cura. Además, se afirmaba que la lucha contra las drogas en vez de solucionar problemas de marginación los producía. Pero la respuesta de Anslinger para desacreditarlo fue acusar a los investigadores de connivencia con los traficantes, irresponsabilidad y antipatriotismo.

El último paso que le faltaba dar a EE.UU. para controlar las drogas en un mundo en proceso de globalización era convencer a la ONU de que patrocinase unos acuerdos internacionales referente a los estupefacientes, para que cada país los persiguiera como hacían ellos. De esta forma, Harry J. Anslinger fue en 1961 a las Naciones Unidas y utilizó la influencia de EE.UU. para que los países unificaran sus diferentes acuerdos sobre drogas en un tratado único e inflexible ilegalizando el cannabis en todo el mundo, dando como resultado la “Convención Única de 1961 sobre Estupefacientes”. Al año siguiente, el mayor exponente de la cruzada contra el cannabis Harry Jacob Anslinger se retiró de su cargo, su sucesor fue Henry Giordano.

Una variable ilustrativa de la lucha contra las drogas en EE.UU. es el dinero gastado y su vertiginoso aumento con el transcurso del tiempo. Entre 1937 y 1947 el gobierno gastó 220 millones de dólares, entre 1948 y 1963 unos 1.500 millones, los siguientes 5 años se gastaron 9.000 millones de dólares, de 1970 a 1977 hubo un gasto de 76.000 millones, y entre 1980 y 1998 la escandalosa cifra de 214.700 millones de dólares. Unas desorbitadas cantidades de dinero que no han servido para controlar el consumo de drogas, pero ha creado un gran aumento del número de prisioneros en las cárceles y que EE.UU. sea el país con más alto nivel de consumo de cannabis considerando América, Europa y Asia, además de ser el mayor consumidor de cocaína del mundo; lo que supone que la política represiva de drogas en EE.UU. es ineficiente. ¿Por qué EE.UU. prefiere gastar tanto dinero en la represión policial y judicial en vez de gastarlo en la educación científica de los ciudadanos sobre las drogas? En Holanda, un país donde no se persigue el consumo, ni la tenencia, ni la compra de pequeñas cantidades de cannabis, y se fomenta la información y educación relativa a las drogas desde la niñez, las estadísticas señalan un consumo menor de todas las drogas (sobre todo del cannabis), en comparación con otros países como España o EE.UU. donde sí se persigue y reprime policialmente la tenencia, consumo y venta de cualquier cantidad de cannabis por pequeña que sea.

Como hemos visto, los motivos que llevaron al gobierno de EE.UU. a prohibir el cannabis no fueron científicos ni médicos, fueron de tipo económicos por la presión de la elite estadounidense (ligada a la ultraderecha) al gobierno que les complació para así obtener su apoyo y mantenerse en el poder. Una prohibición sin estudios científicos previos y con la oposición de expertos como los de la American Medical Association y que se basó en el fomento del miedo y la alarma social de la población por medio de mentiras y manipulaciones del gobierno, en vez de tratar de educar y estudiar científicamente el asunto. Además de la inexistencia de estudios previos, se persiguieron para su ocultación y/o manipulación estudios posteriores de riguroso carácter científico y médico que contradecían las afirmaciones que llevaron al gobierno a ilegalizar el cannabis, como por ejemplo el estudio de LaGuardia en Nueva York en 1944, el informe de la American Medical Association y la American Bar Association en 1958, el Informe de la Comisión Nacional sobre la Marihuana de 1972[2] que fue encargado y posteriormente ignorado por el presidente republicano Richard Nixon donde se afirmaba que el consumo y posesión de marihuana dentro de una casa no debería ser delito, que su consumo no causaba criminalidad y que las leyes conducían a una persecución selectiva; o el estudio en 1995 que prohibió la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que en 1998 sacó a la luz la revista “New Scientist” que señalaba, tras una comparación con drogas como el alcohol y el tabaco, que el cannabis era menos dañino para la salud que esas drogas legales, pero la OMS tuvo que ceder a las presiones de EE.UU. y prohibirlo porque el Instituto Nacional Norteamericano sobre el Abuso de Drogas afirmaba que ese estudio daría argumentos a favor de la legalización del cannabis. ¿Qué intereses siguen existiendo para evitar por todos los medios que se legalice el cannabis? Tendríamos que volver la mirada de nuevo a EE.UU., y a sus empresas textiles, madereras y de hidrocarburos, y con una especial atención a las empresas multinacionales farmacéuticas[3] que poseen las patentes de los derivados del cannabis y su relación con los miembros de los gobiernos del país.

*****

En conclusión, la ilegalización del cannabis que encabezó a nivel mundial EE.UU. no se basa en datos científicos sino en mentiras, manipulación y desinformación producidas por la mutua complicidad entre la ultraderechista elite estadounidense y los diferentes gobiernos del país. Y por todo esto, emplazo al gobierno español a que replantee su política de drogas y a que no haga leyes que sólo complazcan los intereses de EE.UU. y no solucionen el grave problema. La política española actual de represión y desinformación ha llevado a que tengamos consumos de drogas muy altos, siendo el país mayor consumidor en Europa y Asia de cannabis, y el segundo más alto del mundo de cocaína. Tenemos una política de drogas ineficiente e ineficaz, basada en el castigo como medio de prevención y cura, en vez de basarse en una mejora en la educación científica de la ciudadanía sobre la droga. ¿El gobierno español tiene miedo de oponerse a los dictados de EE.UU.?

La educación científica es la base de la solución del problema.

Ese Angel Vestido de Verde...

El cannabis es la droga ilegal más consumida en todo el mundo. ¿Por qué se prohibió? ¿A qué criterios atiende su ilegalización? ¿Quién prohibió esta droga a nivel mundial? Hasta principios del siglo XX nadie se había preocupado por esta droga, pero la elite blanca estadounidense vio en esta planta con multitud de usos comerciales un punto débil para acabar con ella: su psicoactividad.

El derivado del cannabis, la marihuana era consumida mayoritariamente por minorías étnicas, ésta provenía principalmente por dos rutas de entrada: una, debido a una ola de mexicanos que llegó al suroeste del país en busca de trabajo y que fumaban marihuana para relajarse tras una dura jornada de trabajo en el campo, como tenían por costumbre hacer en su país; y la otra por el puerto de Nueva Orleans traída desde los países caribeños y consumida principalmente por músicos negros de jazz.
Conspiración de la elite

A la elite blanca estadounidense no le gustaba este tipo de gente, como es el ejemplo de William Randolph Hearst, propietario de la mayor cadena de periódicos de EE.UU., poseía su propia agencia y radios. Su prensa estaba dedicada principalmente al sensacionalismo (prensa amarilla), además, por su ideología de corte ultraderechista dio cobertura a la propaganda nazi mediante los medios de comunicación que controlaba tras ser recibido por Adolf Hitler en 1934. También era propietario de la principal empresa maderera del país y latifundista en Chihuahua (México). Su odio racial hacia los mexicanos se acrecentó cuando dentro de la Revolución Mexicana encabezada por Emiliano Zapata, Pancho Villa le confiscó las tierras que poseía en Chihuahua para posteriormente repartirlas entre viudas, pobres, desempleados, etc. Esto, junto con otros hechos de origen racista y elitista en la ciudad de El Paso (Texas), provocó que desde los medios de comunicación de Hearst y los de El Paso se empezaran a difundir una serie de mentiras de corte sensacionalista como que fumar marihuana daba a los mexicanos una fuerza sobrehumana o les convertía en asesinos. La presión de los medios condujo a que el consejo municipal redactara la Ordenanza de El Paso de 1914 que prohibía la venta y posesión de marihuana, dicha ley se llenó de tintes racistas ya que fue utilizada para controlar a los mexicanos. Cinco años después se prohibió el cannabis en todo el estado. En 1915 se hicieron las primeras leyes estatales que prohibían también el cannabis en California y Utah. Años después le siguieron algunos estados más. De esta forma William R. Hearst, que había sido años atrás diputado demócrata en la Cámara de Representantes de Estados Unidos, veía como empezaba a dar frutos su manipulación mediática.

Por otro lado, la poderosa familia du Pont, propietaria de la más importante industria petroquímica de EE.UU. (E.I. du Pont de Nemours and Company, fundada en 1802), tenía las patentes de tejidos sintéticos como el nylon 6.6 o el rayón e iban a empezar a comercializarlos en los años 30. Por otro lado, esta compañía se encargaba de convertir la madera de la compañía de Hearst en pasta de celulosa para papel. Además, Pierre Samuel du Pont, presidente de la compañía E.I. du Pont desde 1915 a 1919 se hizo cargo de la compañía General Motors en 1920, competidora de la de Henry Ford, quien estaba investigando la creación de combustibles y aceites derivados de la biomasa del cáñamo, lo que supondría un gran competidor del petróleo y la ruina para las empresas petroleras como la Gulf Oil, cuyo propietario fundador era William Larimer Mellon, sobrino-nieto de Andrew William Mellon, Secretario del Tesoro de EE.UU. (1921-1932) y banquero (Mellon National Bank), uno de sus principales clientes era la familia du Pont.

Andrew W. Mellon, aprovechando su cargo y sus influencias políticas durante la presidencia del republicano Herbert Hoover, creó en 1930 un nuevo cargo dependiente del Departamento del Tesoro: Comisario de la Oficina Federal de Narcóticos; y en ese puesto colocó al marido de su hija Harry Jacob Anslinger, quien estuvo en el cargo hasta 1962. Su misión era conseguir que el cannabis se ilegalizase a nivel federal y se considerase al mismo nivel que la cocaína o la heroína y así borrar del mercado la competencia comercial del cannabis. Los tejidos, combustibles, plásticos y el papel hechos a partir del cáñamo serían una competencia importante para los intereses empresariales de Hearst, la familia du Pont, y la familia Mellon (entre otros). Así, Anslinger comenzó una campaña gubernamental a nivel nacional de desprestigio de la marihuana por medio de mentiras difundidas por el cine y la televisión, y los periódicos y radios de Hearst para moldear la opinión de los estadounidenses a su antojo. Un ejemplo lo tenemos con el documental Reefer Madness (1936), que trataba de explicar las líneas fundamentales de la propaganda gubernamental anti-marihuana con la intención de crear una alarma social inexistente entre la población para que los ciudadanos pidieran leyes al gobierno para solucionar el “problema”.

En 1933 llegó al poder el demócrata Franklin D. Roosevelt, fue reelegido por primera vez el 3 de noviembre de 1936 pero se estaba enemistando con las familias más ricas y poderosas del país debido a su proyecto político (New Deal). Entre ellas, la familia de los du Pont y la de los Mellon, quienes impulsaron la creación en los años 30 y financiaron los grupos de ideología nazi American Liberty League, Crusaders, Southern Committee to Uphold the Constitution (SCUC) y Sentinels of the Republic, estos grupos fueron financiados también entre otros por John Davison Rockefeller fundador de Standard Oil, Joseph Newton Pew presidente de Sun Oil (Sunoco), la familia Pitcairn que dirigían la compañía Pittsburgh Plate Glass, Walter Percy Chrysler fundador de Chrysler Corporation, William Woodward dueño de Central Hanover Bank & Trust, Joseph Early Widener director de Reading Railroad y Baltimore & Ohio Railroad, Ernest Tener Weir presidente de Weirton Steel, Grayson Mallet-Prevost Murphy condecorado por Mussolini y director de Morgan’s Guaranty Trust Bank, Gerald C. MacGuire era agente de bolsa de Wall Street, John Lee Pratt ingeniero de la compañía DuPont y vicepresidente de General Motors, Alfred Pritchard Sloan directivo de General Motors, John Jakob Raskob trabajó para la compañía DuPont y fue vicepresidente de General Motors, Edward Francis Hutton dueño de E.F. Hutton & Co., Albert Wahl Hawkes presidente de Congoleum-Nairn, y William Lockhart Clayton alias “Mr. Cotton”, co-fundó Anderson, Clayton & Co. Otro grupo pro-fascista fue National Association of Manufacturers cuyo primer presidente fue Samuel Bush, bisabuelo del presidente de EE.UU. George W. Bush. Todos estos grupos de ultraderecha, que como hemos visto fueron financiados por la elite estadounidense propietaria de empresas petroleras, automovilísticas, textiles, bancos, etc., conspiraban para presionar en la retirada del New Deal y derrocar al presidente Roosevelt, quien para garantizar futuras reelecciones tenía que complacer a estos sectores de la alta sociedad.


La prohibición

La presión de la elite y de los grupos de ultraderecha que ellos financiaban condujo a que el 12 de agosto de 1937, sin un debate público ni investigaciones científicas previas y con un discurso en el Congreso de Harry J. Anslinger cargado de prejuicios clasistas, elitistas y racistas, se aprobara la Marihuana Tax Act, prohibiendo el consumo, posesión y comercio de cannabis a nivel federal.

El discurso de Anslinger que llevó a la aprobación de la Marihuana Tax Act contenía barbaridades como: “Hay 100.000 fumadores de marihuana en los Estados Unidos, y la mayoría de ellos son negros, hispánicos, filipinos y artistas del espectáculo. Su música satánica, el jazz y el swing, es resultado del uso de la marihuana. La marihuana hace que las mujeres blancas busquen relaciones sexuales con negros, artistas y demás”, “la marihuana conduce al pacifismo y al lavado de cerebro comunista”, “te fumas un porro y probablemente mates a tu hermano”, “la marihuana es la droga que más violencia está causando en la historia de la humanidad”, etc.

La aprobación de esta ley que prohibía el consumo, posesión y comercio de cannabis no venía precedida por ningún tipo de estudio médico ni científico, por lo que William C. Woodward representante de la American Medical Association que asistió al Congreso en la aprobación de esta ley, mostró su escepticismo sobre las noticias aparecidas en la prensa y sobre las afirmaciones de Anslinger y se opuso a la ilegalización de una sustancia usada terapéuticamente en aquel entonces. Hasta mediados del siglo XX se siguió utilizando medicinalmente esta droga, hasta que se prohibió también este uso. En la actualidad algunos estados, como California, han regulado el uso medicinal del cannabis, pero creando una gran polémica entre ciertos sectores de la sociedad estadounidense.

Con esta ley que surgió como consecuencia de la campaña de desinformación de Anslinger y Hearst y las presiones de los grupos de ultraderecha financiados entre otros por Hearst, los du Pont y los Mellon; y que Roosevelt aprobó para complacer a la elite estadounidense para que así le apoyasen en futuras elecciones y mantenerse en el poder, prohibía al mayor competidor comercial de las empresas de Hearst, los du Pont y los Mellon (y de muchos de los empresarios mencionados anteriormente): el cannabis.

Por otro lado, Fiorello LaGuardia, alcalde de Nueva York (1934-1945), mostró su rechazo a la prohibición y escepticismo ante las afirmaciones del gobierno de que la marihuana estuviera provocando asesinatos, violaciones y la destrucción de la juventud estadounidense. Por eso encargó un estudio a 31 científicos imparciales para descubrir si eran verdad las afirmaciones gubernamentales. En 1944, tras seis años de investigación médica, sociológica, psicológica y farmacológica se publicó el estudio[1] concluyendo que fumar marihuana no conducía a un comportamiento violento o antisocial, no causaba deseos sexuales incontrolados, no alteraba la estructura básica de la personalidad,… De esta forma, el estudio científico refutó todas las afirmaciones de Harry J. Anslinger.

El Comisario de la Oficina Federal de Narcóticos usó su influencia con la prensa (Hearst) para desacreditar y ocultar este estudio, publicitar sus actuaciones policiales contra la droga y continuar su campaña de desinformación con falsedades como que si consumes marihuana te convertirás en un adicto a la heroína, comenzando así la mentira sobre la teoría de la escalada de la droga (“empiezas en un porro y acabas en la heroína”), con la clara finalidad de crear miedo y alarma social en la sociedad. Además evitó otras investigaciones restringiendo el suministro de marihuana. Después atacó a la industria del entretenimiento que la consideraba degenerada e inmoral, en 1943 el batería de jazz Gene Krupa y en 1948 el actor Robert Mitchum fueron arrestados por posesión de marihuana. Ante esta presión, los estudios de Hollywood accedieron a que Anslinger controlara totalmente los guiones que mencionaran las drogas y las películas que él consideraba sospechosas las prohibía.